La inmigración es la entrada a un país o región de personas que nacieron o proceden de otro lugar. Representa una de las dos opciones o alternativas del término migración, que se aplica a los movimientos de personas de un lugar a otro y estos desplazamientos conllevan un cambio de residencia temporal o definitiva. Las dos opciones de dichos movimientos migratorios son: emigración, que es la salida de personas de un país, región o lugar determinados para dirigirse a otro lugar distinto e inmigración, que es la entrada en un país, región o lugar determinados procedentes de otras partes. De manera que una emigración lleva como contrapartida posterior una inmigración en el país o lugar de llegada. Y con respecto a esta última idea hay que aclarar que hasta que un emigrante no llega a un país nuevo no se debe considerar como inmigrante, cosa que ha venido ocurriendo en los últimos años, con la gran crisis migratoria en Europa ya que centenares y hasta miles de personas han venido emigrando de los países conflictivos de África y del Medio Oriente y han muerto en naufragios y otros accidentes antes de haber llegado como inmigrantes a los países europeos.
La inmigración es inherente a la naturaleza humana, ha existido siempre y siempre existirá. El 3% de la población mundial está integrada por migrantes: unos 180 millones de personas sin contar los más de 24 millones de desplazados internos. Por esta razón, de nada vale intentar frenarla. Esta es la política de los países de la Unión Europea con las personas que intentan llegar al continente desde países del sur, pero no funciona.
1. Los ciudadanos de países ricos también migran: Se suelen perder de vista las migraciones de sur a sur, es decir, entre África, América Latina y Asia. Pero mucho más se ignora el hecho de que desde los países del norte existen migraciones. Por ejemplo, a raíz de la crisis económica en Europa, Angola ha recibido muchos portugueses. "África es también un continente de destino: de portugueses, de chinos... África puede ofrecer muchas cosas también", señala Papa Demba, profesor en la Universidad Cheikh Anta Diop de Dakar.
2. La migración es un fenómeno positivo: Y no solo para el que se va: Mboyi Kabunda, del Grupo de Estudios Africanos (GEA) de la Universidad Autónoma, solicita que se deje de hacer una lectura negativa de migraciones. Por ejemplo, con las remesas que aumentan los ingresos de muchos ciudadanos africanos. Pero no solo las económicas: "También las sociales y culturales. Los africanos que han venido aquí han aprendido nuevas ideas y, a su regreso a casa, poseen una especie de mestizaje cultural que enriquece las realidades locales", destaca. También es interesante el proceso de democratización que refuerzan: "Quiénes han vivido en Europa no están dispuestos a someterse a dictaduras locales, regresan con capacidad para poner en tela de juicio los poderes establecidos", indica el experto.
3. La migración africana es, sobre todo, interna: Los datos que expone Papa Demba dicen que Europa solo recibe el 12% de los flujos migratorios, mientras que en África se mueve casi 82% de los flujos. "Contra lo que dice Francia de que no puede acoger todas las miserias del mundo, yo digo que nosotros, los africanos, nos encargamos de nuestra propia miseria", subraya Mboyi, que recuerda que su continente alberga a 40 millones de migrantes frente a los cuatro millones que recibe Europa. Y expone como ejemplo Sudáfrica, donde el 30% de la población es migrante.
4. Tendremos más migrantes ambientales: "No quiero asustarles —advierte Kabunda—, se había empezado con las migraciones políticas y económicas, pero con el carácter destructor del modelo de desarrollo adoptado a través del neoliberalismo, estamos asistiendo a un infarto ecológico del continente". El experto llama la atención sobre la destrucción de la cuenca del río Congo, que es la segunda mayor zona de biodiversidad del mundo tras la cuenca del Amazonas. "Hay que prepararse para recibir pronto a los pigmeos, porque han destruido su ecosistema. La cuenca es su biblioteca, su polideportivo, su universidad y su farmacia". Pierre Kandem, de la universidad de Poitiers, recuerda que el lago Chad ha perdido el 80% de su capacidad y que, de seguir así, en 2050 ya habrá perdido hasta el 90%. "Los países de la zona deben comenzar a proteger estos espacios. Existen leyes, pero falta voluntad política porque los intereses económicos y políticos son tan fuertes que los Gobiernos venden su capital verde insustituible para tener acceso a divisas".
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